Apaga la luz…

Hoy, uno de Septiembre, comienza el que es para mí, el primer día del año. No el uno de enero, no , sino el primer día de un nuevo curso. Empieza con novedades… los inmigrantes irregulares no tienen derecho a la asistencia sanitaria regular, el precio de todo sube «gracias» al IVA, un sinfín de medicamentos dejan de estar bajo el paraguas de la asistencia sanitaria, y otros cosillas más que se me quedan por el camino. En definitiva, una oportunidad para afrontar con optimismo el futuro.

Pero hay otra novedad que está pasando desapercibida, y ya que con este blog se pretende aprender tecnología, pues ¡hala! mejor olvidar los sinsabores ininterrumpidos y cansinos de nuestra gloriosa clase política y prestar atención al sector que debería ser la punta de lanza de la salida de esta calculada y premeditada crisis: la tecnología. Y es que la bombilla incandescente, ese invento de más de un siglo de Edison dejará de fabricarse a partir de hoy en Europa y para Europa, al menos en su formato tradicional.

Este invento revolucionó el mundo. Supuso que, por primera vez y a golpe de clic, se hiciese el día en la noche, sin depender del fuego. De forma cómoda, rápida y limpia; disponías de una fuente de luz eficaz, constante y duradera. Cambió hábitos de vida nocturna, y aumentó la productividad (aunque esto es lo de menos). Pero… ¿Qué ha pasado? Pues al parecer, las incandescentes suponen un gasto energético alto, si las comparamos con otro tipo de bombillas: fluorescentes compactas, halógeneas y LED. De hecho, sólo un 5% de la energía consumida por estas bombillas se invierte en luz, mientras que el resto se disipa en forma de calor que, al fin y al cabo, no es su cometido. Sin embargo, a pesar de que las ventas de esta bombilla han caído año a año, siguen representando una de cada tres, porcentaje alto…¿Por qué? Podemos citar varias razones.

  1. Son mucho más baratas. En tiempos de crisis, vas a por lo más económico, aunque la bombilla consuma más.
  2. Su luz no es tan fría como las lámparas halógenas y fluorescentes. Parece más viva, más cálida, más auténtica.
  3. A pesar de que consumen más, el consumo energético en su fabricación es menor, lo que redunda en un menor impacto ambiental de fabricación (en cuanto a energía y materiales). Detalle pocas veces valorado, pero cierto en sí mismo.
  4. No emplean mercurio, al contrario que las lámparas halógenas; metal MUY contaminante.

Sus detractores, por otra parte, citan las ventajas de las nuevas bombillas.

  1. A pesar de su coste inicial, su consumo energético compensa el precio del producto.
  2. Por el hecho de reducir el consumo energético, se producen ventajas medioambientales.

También habría que añadir otro argumento. El precio bajará al ocupar el espacio en el mercado que ocupan las incandescentes. Yo, me permito mis dudas. La avaricia les vicia…

Lámpara fluorescente compacta

Lámpara fluorescente compacta

De entre lo que nos queda, como ya comenté, nos quedan tres opciones: las fluorescentes compactas, que ya llevan tiempo largo entre nosotros; las lámparas halógenas, que también son clásicas entre nosotros y las novedosas y mucho más caras lámparas LED, de más reciente incorporación. Estas últimas, desde mi punto de vista, son la opción más adecuada, pues a su reducido consumo, se une su menor impacto ambiental cuando se desechan y, supuestamente, tienen larga duración. Sin embargo, su precio es exagerado, hasta 25 euros. Así que, lámpara para riquillos y dudo que bajen mucho de precio con la medida que hoy entra en vigor. Las lámparas fluorescentes compactas, desde mi punto de vista son un pequeño fraude. Cierto es que consumen menos, pero su luz es fría, estéril y hasta molesta. Su duración… se dice que mayor que las incandescentes, pero he comprobado que no es así. ¡duran menos! Al fin y al cabo, la obsolescencia programada es un invento que no puede acabar con estas nuevas lámparas. Pero lo peor es el mercurio, uno de los metales más venenosos que existen forma parte de las lámparas halógenas. Luego, una vez agotadas, su impacto ambiental es enorme y, para mí, no compensan en absoluto el ahorro energético que supusieron.

Lámpara halógena

Lámpara halógena

En definitiva, que las lámparas incandescentes desaparezcan, no sé si es buena o mala noticia, pero lo que sí que es seguro, es que a partir de ahora serán una pieza de coleccionista. La solución, para mí, es que las lámparas LED bajen de precio… pero que bajen de verdad.

Más adelante, puedo entrar en detalles técnicos de cada tipo de lámparas, y así, en lugar de entrar en valoraciones personales, ustedes juzgan con vuestro criterio. De momento os dejo ESTE ENLACE del periódico «El Mundo», que no está nada mal.

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