Cuando pensamos en robots nos vienen a la mente palabras como alta tecnología, electrónica, futuro,… y, bien es cierto que, a pesar de los grandes avances en robotica, seguimos soñando con máquinas inteligentes con las que podamos conversar, compartir ideas e, incluso, sentimientos o sensaciones. La literartura y el cine de ciencia de ficción no deja de crear interesantes obras que nos llevan a cuestionar nuestra propia naturaleza al plantear dilemas tales como… ¿Podrá el ser humano construir máquinas conscientes de su propia existencia? ¿Cómo valorarían su propia vida? Si habéis visto las mágníficas películas como «Blade Runner» o «Ghost in The Shell» sabréis de que estoy hablando.
Aunque la imaginación popular tiende a asociarlos a máquinas humanoides, la realidad es que la inmensa mayoría de ellos se encuentra en las industrias para realizar tareas concretas y, desde luego, se parecen a cualquier cosa, excepto a una persona. Dudo mucho que las actuales máquinas «primitivas» sean conscientes de si mismas. Quizás los robots más conocidos de la industria sean los que se emplean en la fabricación de automóviles. Estos han permitido la creación en serie a velocidades de vértigo del que es, quizás, el símbolo por excelencia del consumo. Sin embargo, ¿Es sólo desde hace poco menos de un siglo cuando los humanos hemos soñado con la creación de seres mecánicos a imitación nuestra? ¡Desde luego que no!
Este sueño ha existido desde siempre, aunque cada cultura la ha modelado según el pensamiento de la época. Ya los griegos creaban artilugios mecánicos que empleaban la fuerza del vapor para imitar pequeños animales. Estos artilugios, que causaban asombro y curiosidad en la época se fueron perfeccionando con el tiempo y, salvando la Alta Edad Media, llegaron a su máxima expresión durante el siglo XVIII y XIX hasta llegar a los autómatas. Auténticos ingenios de complejísima elaboración, diseñados muchos de ellos por prestigiosos relojeros, que solían imitar a personas y animales.
En el siglo XVIII, Jacques de Vaucauson, un relojero francés, elaboró un pato autómata que batía alas, comía y realizaba la digestión completa. Contenía más de 400 piezas y era todo un fenómeno en su día. También creó un pastor que tocaba la flauta y el tambor capaz de tocar hasta doce melodías. Su obra fue destruida y sólo nos quedan bocetos y detalles escritos de su obra.
Sin embargo, el autor Pierre Jaquet-Droz, otro relojero, aunque suizo, ha legado hasta nuestros días, una serie de autómatas que en su día causaron un auténtico revuelo y, aún hoy asombran: el escritor, la pianista y el dibujante. El más complejo de ellos era el escritor: constaba de más de 6.000 piezas y le llevó a su creador seis años de trabajo. Podía escribir utilizando la pluma gracias a una rueda integrada en su mecanismo interno donde se seleccionaban los caracteres uno a uno pudiendo escribir así pequeños textos de unas cuarenta palabras de longitud. Como los anteriores, realizaba movimientos propios de un ser humano como mojar la tinta y escurrir el sobrante para no manchar el papel, levantar la pluma como si estuviera pensando, respetando los espacios y puntos y aparte, además de seguir con la mirada el papel y la pluma mientras escribe. Ahora nos parecería un auténtico robot electrónico. En el siguiente video podrás ver sus tres creaciones, más algunas de otros autores y comprenderás de lo que hablo. No olvidéis que es pura mecánica, pues no contienen ningún elemento eléctrico ni, muchísimo menos, electrónico. Lo sofisticado se lleva desde hace mucho tiempo; no es cosa de hoy en día. Así que podemos concluir… los robots llevan mucho tiempo inventados.
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Vaya Dani!!
Ya que todavía andas por el Centro, ya quedamos y compartimos información. No estoy muy metido en este tipo de temas, pero ya me puedes asesorar. Desde luego «Ghost in the Shell» me parece una obra maestra del género. Película precursora de otras tantas y con un fuerte contenido ético y moral. Así que ya me contarás y me pones al día.
Cuídate. Ah!! Si piensas ir a PAU y necesitas ayuda no dudes en contactar conmigo.
Cuídate
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Hola Antonio!
Un tema muy interesante la verdad. Me agrada saber que conoces Animes como el de Ghost in the Shell, es uno de mis favoritos. He encontrado otros donde la idea de que los robots obtengan consciencia humana se ve reflejada, como en «Ergo Proxy», y en peliculas como «Eagle Eye».
También conoci un relato corto escrito por Harlan Ellison, que se llamaba «No tengo boca pero debo gritar», en la que un superordenador toma consciencia de su existencia… y no te cuento mas por si te interesa leerlo.
Un saludo !
PD: echo de menos sus clases!!
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gracias por la info de verdad es muy instructiva
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Buenas Tardes:
Soy profesor de tecnología y acabo de encontrar su blog.
La verdad es que las actividades son muy interesantes.
Le dejo mi página por si le viene bien enlazarla en sus actividades.
http://sites.google.com/site/caminoordenado/
Atentamente:
Francisco Manuel Reina
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